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LA TAGUA Y SU FAMILIA

Estamos en la desembocadura del río Choapa, puede ser cualquiera pero no lo es, este caudal en su largo camino al mar a creado escenarios de un valor biológico incalculable, tanto que algunos pueden ser reguladores térmicos del clima.

El agua que baja de la cordillera producto de los deshielos (origen nival) es un pasajero que nunca regresa, no al menos en la misma forma, sin hacer detenciones solo desacelerando dependiendo de las pendientes hasta su encuentro final con las salobres aguas del océano pacífico, pero bajo ciertas condiciones de modelamiento geomorfológico del terreno, estas aguas se encuentran con depresiones que no le permiten avanzar y se congregan creando cuerpos de agua litoral, en ocasiones alimentados por esteros y ríos aledaños, convirtiéndose en humedales, estos se transforman en prolíficos nichos de vida.

Estas formaciones acuíferas son excepcionales en todo sentido, generan un nuevo hábitat con características biológicas únicas en lugares donde no se esperaría, son pulmones generadores de CO2, son ricas fuentes de alimento para una cantidad importantísima de aves tanto nidificantes como migratorias, algunas vienen desde otras latitudes para aparearse y alimentarse.

 

 

 

Entre los habitantes del elenco estable de estos ricos vergeles acuáticos, está la Fulica  armillata (Tagua común) que brilla por sí sola, ya que tiene el extraño habito de realizar frenéticas persecuciones rompiendo el apacible silencio donde sólo se oyen relajantes graznidos que se funden con el viento oceánico, pero no vive sola aquí, tiene dos parientes más con los que comparte el paisaje, aunque no se les ve juntas por que tienen distintos comportamientos, una es la Fulica rufifrons (Tagua de frente roja) y la otra es la Fulica leucoptera (Tagua chica).

 

La familia Tagua, conforma el variopinto repertorio de fauna de vertebrados chilenos. 

     

Revista BIOMA 

2024

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