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HUMEDAL DE PICHICUY

A sólo un par de kilómetros hacia el sur de Pichicuy, en la región de Valparaíso, en la comuna de La Ligua, sobre el estero de Huaquén se ve un viejo puente ferroviario de color verde oxidado, un tesoro del patrimonio material que junto a la infatigable ruta 5, sirven de marco entre el antiguo y nuevo progreso humano para un paisaje natural, con una belleza simple, hasta básica podríamos decir, pero con una complejidad biológica simplemente maravillosa.

Hablamos del humedal de Pichicuy, se trata de una Reserva natural que tiene como característica principal, tener una diversidad ecológica sorprendente, además podemos enumerar un dossier de otras virtudes como por ejemplo, es un generador de recursos hídricos, posee importancia arqueológica y cultural, por otro lado es un eficiente capturador de CO2, un regulador del ciclo de nutrientes y controlador de sequía e inundaciones, pero no sólo es una cara bonita, también juega un rol muy importante para la avifauna migratoria, como muchos otros humedales de Chile, es la detención de abastecimiento para muchas aves, gracias a ello se han podido identificar hasta 137 especies, increíblemente este numero representa un 26% de las aves que se encuentran en el territorio nacional.

Nos dirigimos a conocer este espacio natural con grandes expectativas, en esta pequeña aventura debíamos tener en consideración que retratar aves, es siempre un gran desafío y una prueba de paciencia, la tolerancia de las aves a la presencia humana muy sensible, y es un factor determinante para lograr captar sus vidas, primero se debe guardar distancia y hacerlo con respeto manteniendo silencio, por ello es clave tener a mano buena óptica para la fotografía de fauna, en este caso un objetivo de 600 mm es lo más alcanzable en el mercado de la fotografía profesional, que vale decir es una herramienta indispensable para quien desee dedicarse a esta bella rama del arte de la fotografía.

El paisaje es el clásico escenario del semiárido costero de la región de Coquimbo, el bramido profundo y perpetuo del oleaje es la pieza infaltable en este puzle natural, que contiene un sin fin de elementos que se deben unificar simbióticamente para conseguir este escenario rico y bullente de vida, tras caminar unos metros por dunas adornadas con la flora que brota a pesar de las salinas condiciones, creando una imagen tal que dan ganas de sentarse a pintar con toda la paleta de colores existentes, comenzamos a oír a las aves, su lenguaje que se mescla con el viento marino, nos dice que estamos en el lugar correcto para verlas y sin más, se abre ante nosotros una laguna alargada rodeada en su extremo oriente por totorales y por su lado poniente nada más que matorrales y arbustos de baja altura, no hay lugares para esconderse y observar sin ser visto, por ello fue acertado ponerse ropa camuflada para no verse como un elemento ajeno al entorno.

Para nuestra sorpresa, el cuerpo de agua estaba simplemente repleto de aves, si es que la palabra “repleto” es adecuada y suficiente para graficar la cantidad de visitantes que había, tanto especies nidificantes o permanentes como especies migratorias que vienen del norte, de las Américas a cumplir con sus cometidos naturales, que las hace volar por miles de kilómetros sin detenerse a descansar.

 

 

 

Es inevitable aquí en estas líneas, no tratar de nombrar las especies que pudimos ver, sin ningún esfuerzo óptico, habían :  Perrito (Himantopus mexicanus), Pilpilén (Haematopus palliatus), Gaviota de Franklin (Leucophaeus pipixcan), Pato colorado (Spatula cyanoptera), Pato Jergón (Anas georgica), Zarapitos de pico recto y común (Limosa haemastica) (Numenius phaeopus) respectivamente, también hay Gaviota dominicana (Larus dominicanus), Gaviota Cahuil (Chroicocephalus maculipennis), Pitotoy chico (Tringa flavipes), Pollito de mar tricolor (Phalaropus tricolor), Chorlo nevado (Anarhynchus nivosus), Playero de Baird (Calidris bairdii) y un Rayador (Rynchops niger) sí, uno sólo, que seguramente buscó cobijo y paz en el gran número de aves.

Vale decir, que estábamos maravillados con el comportamiento de las aves en el cuerpo de agua, es algo que realmente se agradece a la madre naturaleza, simplemente es extraordinario verlas de tan cerca sin que ellas se sientan molestadas ni asustadas, nos regalan su tolerancia y su belleza magnifica y salvaje. No obstante, es importante señalar que esta circunstancia que se da en este humedal, es por un lado un poco, por decirlo de una manera, contradictoria, especialmente en los tiempos que vivimos en que el poco respeto por la naturaleza, la falta de criterio en la tenencia responsable de mascotas, entre otras causas negativas antropogénicas son el pan de cada día, basta con decir que fuimos testigos de la entrada de perros que rompieron con la pasividad de este tan frágil ecosistema, viendo como los canes se acercaban a los bajíos de la laguna para atrapar aves que se arriman a la vegetación de la rivera.

Chile posee una riqueza increíble en términos biogeográficos, con hotspot de biodiversidad que son para la nidificación, alimentación y apareamiento de vital importancia para las aves migratorias, que llegan desde muy lejos y de otros continentes, que debemos proteger a como de lugar y una herramienta poderosa para crear conciencia es el conocimiento y la difusión, conocer lo que tenemos y ponerlo en valor es el camino a seguir como sociedad, si ya las miradas están puestas seriamente en la exploración espacial y la colonización de la Luna y Marte, sólo acá en la Tierra es donde está nuestro verdadero y único hogar, un hogar que bulle de vida en todas las formas, tamaños y colores, hitos que no veremos jamás en otros mundos, de eso podemos estar seguros.

Agradecimientos a César Piñones, ROC

 

       

RevistaBIOMA.cl

2024

 

 

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