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El ratón en la cocina; la otra cara de la tragedia

Los incendios provocados en la región de Valparaíso han impactado profundamente en muchos aspectos de su territorio que por siempre lamentaremos. Sin embargo, esta vez abordaremos un asunto que hasta el momento ha sido poco visibilizado y que también constituye una parte importante de las consecuencias de este tipo de desastres.

Las noticias sobre las grandes pérdidas que sufrió el Jardín Botánico Nacional nos llevan a comprender un poco más lo que es la pérdida del patrimonio natural, pero las pérdidas no terminan ahí. Y es que toda el área afectada no solo constituye un pulmón verde en la región, sino que también es parte de un corredor biológico de importancia en el cual habita gran diversidad de especies de animales nativos y endémicos. Es por ello por lo que, voluntariamente, tanto profesionales del área como diferentes agrupaciones territoriales, salieron a ver cuál era el escenario en términos de fauna silvestre y los resultados fueron bastante angustiosos.  

Más allá de lo que se ve a simple vista en términos de paisaje, el nivel de destrucción de fauna es verdaderamente desolador. Si bien, es una cifra que nunca sabremos con certeza, fácilmente se pueden estimar en miles las pérdidas de fauna silvestre vertebrada. Solo basta caminar un par de metros por el sector para constatarlo, sin mencionar la cantidad de fauna herida que ha llegado a los centros de rehabilitación. Pero las necesidades de los que quedaron, en vista de tal nivel de pérdida de recursos, debían ser inmediatamente cubiertas, por lo que los esfuerzos iniciales se centraron en la construcción de bebederos y comederos a lo largo y ancho de los sectores afectados. Actualmente se cuenta con más de cien bebederos en el sector del Lote C del Jardín Botánico y alrededor de veinte más distribuidos en otros sectores aledaños.Otro factor relevante corresponde al uso de cámaras trampa, el cual ha permitido realizar el catastro preliminar de la fauna silvestre que ya se encuentra transitando y habitando estos lugares. Por lo menos en el sector del Jardín Botánico, ya se puede confirmar la presencia de aproximadamente 30 tipos de aves, 10 mamíferos, 5 reptiles y 7 especies invasoras, los cuales no difieren de lo avistado hasta el momento en otros sectores.

 

Gracias a las imágenes obtenidas, también se ha podido constatar que la fauna de baja movilidad como lo son: reptiles, roedores, anfibios y marsupiales, son por lejos los más afectados, ya que, aparte de la evidente mortalidad de este grupo, los sobrevivientes se encuentran en áreas totalmente devastadas carentes de refugios y recursos. Además de todo lo antes mencionado, cabe destacar que, aunque la pronta presencia de especies en el sector sea esperanzadora para la mayoría, la alta presencia de especies invasoras resulta preocupante. Finalmente, la competencia en este tipo de contextos podría ser uno de los factores más críticos para la rehabilitación de la fauna silvestre nativa, considerando el éxito que suelen tener este tipo de especies introducidas.

Sin embargo, la fauna silvestre del lugar no solo ha debido enfrentarse a la escasez de recursos y la alta competencia, sino que, probablemente, como consecuencia de estos mismos factores, se ha registrado un alto desplazamiento de micromamíferos hacia sectores periurbanos. En este sentido, el aporte de la comunidad se vuelve esencial, por lo que confiamos en que la realización y difusión del afiche informativo sobre la diferenciación de micromamíferos nativos de las plagas tendrá efecto en la disminución de ataques por posibles confusiones. Finalmente, instamos también a contactar a cualquiera de las organizaciones participantes en caso de avistar alguna de las especies en cuestión.

Claramente la situación es muy delicada, por lo que se hace imperativo el tomar medidas serias al respecto. Las acciones de restauración deben ir más allá de la reforestación. Debemos tener también en cuenta que estos seres invisibilizados, que también sufrieron y siguen sufriendo las consecuencias de la tragedia, forman parte vital de un ecosistema sano, por lo que debemos hacernos cargo de su bien estar mientras el proceso de restauración ocurre, además de situarlo en el actual escenario de cambio climático, adecuándonos a ello.

 

Fotografías de cámaras trampa y bebedero: Mauco Consultoría Ambiental.

Fotografía aérea: Andrés Charrier.

Texto: Josefa Hernández y Diego Reyes.

Revista BIOMA

2024

 

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