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La vida hace 220 millones de años

Sin duda alguna, la Tierra se ha transformado y lo sigue haciendo, si bien no hemos sido testigos directos de este paulatino cambio, sí podemos ver los vestigios que estas imperceptibles mutaciones globales que han dejado sus huellas hasta en los rincones menos sospechados de nuestro entorno.

Son paisajes naturales alucinantes si se miran y se entienden desde la perspectiva paleogeológica, porque son postales del pasado, un pasado tan lejano que de no estar de pie ahora frente a ella recibiendo esta información, no podríamos ni tan siquiera imaginarlas.

Por ello nos dirigimos a un lugar, donde se puede decir que tiene características geológicas únicas. El sitio se llama la formación el Quereo y está ubicado en la IV Región, a tres kilómetros al sur de las costas de Los Vilos.

En esta zona existen pruebas visibles de los periodos de transición entre el Triásico y el Jurásico, no es menor encontrar un proceso geológico de esa magnitud de manera tan fehaciente a simple vista.

Las huellas dejadas por estos periodos no son pocas y no se trata sólo de “piedras con estratos” sino que también hayamos restos paleontológicos de la vida de hace 220 millones de años.

Esta formación tiene una extensión de 712.50 metros desde el sector Cerrillos hasta el sector sur de la quebrada de Quereo.

Todo comienza en la era Mesozoica que, alude a una especie de condición intermedia de la fauna existente, es decir la “antigua” o Paleozoica y la “moderna” o Cenozoica, esta era se divide en tres grandes periodos el Triásico, el Jurásico y el Cretácico.

La suma de estos tres periodos de la era Mesozoica duró 187 millones de años en total. La particularidad de esta página de la historia de la Tierra fue que ahí comenzó la fragmentación de Pangea, el súper continente, que se dispersó en gigantescos bloques dando origen a los actuales continentes, que por cierto es un proceso que aún no se detiene, de ahí la potente actividad volcánica en muchos lugares del planeta y una agitada vida sísmica, como ya bien conocemos en Chile.

En estos requeríos, cada paso que damos nos detenemos para observar las estratificaciones que nos hablan de un intensa actividad de volcanismo, mientras el viento sopla fuerte con el inconfundible aroma del mar, conversamos respecto a que estos estratos tienen cuatro componentes o miembros de abajo hacia arriba. El primero consta de areniscas y conglomerados basales de 110 m de espesor, el segundo son Grauvacas, palabra rebuscada pero que hace mención a la presencia de arenisca con partículas de cuarzo, feldespatos y en ocasiones fragmentos de esquistos argilosos de color oscuro con 122.50 m de espesor. El tercero son Pizarras y Queratófiros, roca volcánica de lavas básicas con un espesor de 402.50 m de espesor y finalmente el cuarto estrato se compone de Conglomerados Distales y Areniscas con 77.50 m de espesor.

Todo este juego de componentes permiten entender la contextura de un paisaje que como un libro cerrado fue recibiendo páginas una sobre otra, logrando en cada una perpetuar la información que hoy conocemos.

 

Cuando Pangea se disgregó la tarea escultórica de la madre tierra no había terminado, y no sólo continentes se desplazaban por el que fue el mega Océano Panthalassa la paleo fauna era quien evolucionaba conforme estos cambios afectaban al planeta entero.

La biota marina, luego de la extinción masiva del limite Pérmico / Triásico, quedó conformada por un abanico de especies muy disminuido, a pesar que individualmente eran numerosos no existía una gran diversidad biótica, este proceso conocido como “Síndrome post-extinción” tuvo un camino hacia la recuperación de especies que comenzó recién a principios del Triásico medio (Anisiano), pero estos ecosistemas del Triásico basal y la escena global está presente en la formación Triásica de Quereo y su paleo ambiente.

La Bioestratigrafía, es decir la presencia de fauna en la diferentes capas de Quereo, sólo son apreciables a partir de los treinta metros sobre la base de componentes tres, anteriormente expuestas, en la secuencia de Pizarras y Queratófiros, especies como Trematoceras sp., Daonella dubia, Gymnites sp, Pleurotomaria sp y Ptychites sp entre otras.

Sin duda esta visita también significo un hito importante para nosotros, puesto que en esta exploración al sitio Quereo, permitió registrar nuevas evidencias que indican la presencia de Ripple-marks (ondulaciones dejadas por el oleaje en la arena) en el lugar, lo que hace alusión a un Paleo ambiente costero con antiguas playas arenosas, con la presencia de fósiles vegetales que suponen la depositación de estos restos en ambientes continentales.

Quedamos maravillados con este paraíso de muestras del remoto pasado que están presentes a flor de piel de las rocas más inesperadas, cuando el ciclo de marea baja las expone, podemos entrar en un mundo, que siendo el nuestro tiene periodos tan ignotos, que perfectamente podríamos estar hablando de un distante y extraño exoplaneta, donde formas de vida tomaron su curso en la evolución, creciendo y desarrollándose para formar civilizaciones… pero como decíamos, es nuestro planeta, nuestro hogar, de no ser por la ocurrencia de mega cataclismos devastadores, feroces extinciones globales, cambios dramáticos de temperatura, incluso variaciones de grados en el eje de la tierra… hoy… ni ustedes ni nosotros estaríamos leyendo estas líneas.

Las secuencias paleo históricas que han dado vida a estas obras maestras de los procesos creativos de la madre naturaleza, son un legado tangible del valor que posee cosa, aunque nos parezca inanimada e insignificante… es todo lo contrario, una pieza clave en el largo camino que ha recorrido la vida por la faz de este… nuestro hogar.

RevistaBIOMA.cl

2023

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