LAS ALAS DEL SITIO RAMSAR LAS SALINAS DE HUENTELAQUEN
“La caja fluvial del secano costero de Huentelauquén comprende una zona de casi 800 hectáreas, estas abarcan el ultimo episodio del río Choapa en su camino al mar formando con ello el humedal las Salinas de Huentelauquen que se presenta en su desembocadura”.
En general el territorio completo es un paisaje de múltiples contrastes, tanto naturales como antrópicos, con el uso, ahora habitual, de la tecnología de drones es fácil tener una perspectiva que antes era inimaginable, esta perspectiva hoy nos muestra un mundo extraño, con bastas planicies que a doscientos metros de altura se ven casi de aspecto marciano, por otro lado arcaicos campos dunares que confunden a la vista haciéndonos creer que estamos en la Costa Esqueleto del desierto de Namibia y no en Chile, además se pueden apreciar desde la altura un sistema de quebradas costeras que seguramente guardan aun muchos secretos biológicos para la ciencia y en este escenario aparece también la guinda de la torta, el humedal salinas de Huentelauquén, seguramente toda esta panorámica aérea no es novedad para la miles de aves migratorias que cada año arriban a estas tierras, donde cada especie elige el suelo que ocupara por la temporada, de acuerdo a sus hábitos, tanto alimenticios como reproductivos.
“La laguna estuarina es alimentada gracias al régimen nivopluvial, por ello presenta variaciones en su espejo de agua que se relacionan directamente con los volúmenes de escorrentía superficial y con las precipitaciones anuales, cuyas variaciones son notorias cuando ocurre el fenómeno del El Niño Oscilación Sur (ENOS). Durante este periodo, no solo la extensión y la profundidad (1 a 2 metros) del espejo de agua varían considerablemente, sino también la abundancia y diversidad de la avifauna local, de manera similar a lo descrito en relación a otros humedales costeros mediterráneos de Chile central”.
Este maravilloso equilibrio ecosistémico, permite hacer una fotografía mental permanente de un hábitat rico y prístino que es protegido y respetado por la comunidad local, al llegar y tener los primeros atisbos de su inmensidad una de las primeras impresiones es escuchar el sonido de cientos de voces de aves, que se remezclan con el perpetuo rugir del Océano Pacífico, si bien hay que reconocer que el humedal es muy extenso lo que no permite estar cerca de las aves, es un punto a favor para ellas dado los reiterados casos de ataques de perros asilvestrados que se han producido en casi todo el país.
No obstante, esta rica biota de litoral no se ha visto exenta también del daño causado por nosotros los humanos, basura, vehículos en playas, caza y urbanización en sitios prioritarios, solo por nombrar algunas de las afectaciones de las cuales las especies y sus hábitats son víctimas.
De entre las 135 especies de vertebrados nativos de la caja fluvial del secano costero de Huentelauquén, 118 son aves, un número no menor para un territorio que como decíamos desde las alturas se ve yerto y sin vida, y ciertamente es todo lo contrario, desde la gallina ciega, la perdiz chilena, la perdicita, el bailarín, el pequén, hasta el cernícalo entre otros habitantes de los llanos costeros y porqué no nombrar al pato jergón grande y chico, el pato gargantillo, el picurio, el cisne de cuello negro, la tagua común, los playeros vuelvepiedras, el cisne coscoroba, la bandurria, por supuesto el chorlo de campo, el chorlo de doble collar, el escandaloso queltehue, los perritos, el churrete chico, el playero de las rompientes, la gaviota dominicana, la gaviota andina, la gaviota de franklin y no menos importante el pilpilén, así podríamos estar anotando en este texto un tanto más de especies que se distribuyen por los microhábitats del territorio que comprende Huentelauquén, un hito con miles de años de historia natural palpable y que aun pulula por sus suelos, algunos a simple vista y tantos otros solapados por el manto de las noches costeras o simplemente por el anonimato biológico, y esa es la magia de estos ecosistemas, que claro está, son fuentes inagotables de riqueza natural, pero que al mismo tiempo son delicados tejidos donde cada hilo representa un sostenedor de un todo, tanto en lo macro como en lo microscópico.
Revista BIOMA
2024