
REVISTA BIOMA
vida al sur de la tierra
ISSN 0719-093X
Son muchos los ecosistemas y ocasiones en que, admirando el paisaje, hemos mirado a lo alto, y a la distancia la percepción suele verse engañada por majestuosas siluetas que sin aleteo alguno surcan el cielo y las relacionamos inmediatamente con nuestra ave emblemática del escudo nacional… ¡un cóndor! Exclaman algunos con ojo inexperto, pero una segunda mirada más “taxonómica” con ojo más analítico y dicen… “No, no es un cóndor, ¡¡es un Jote no más” … “aaaah plop!!” exclaman otros. Esta suerte de decepción en las personas sucede probablemente de norte a sur.
El Jote de cabeza negra (Coragyps atratus) y el Jote de cabeza colorada (Cathartes aura) que este último tiene rango de distribución más amplio que su par, son por decir lo menos poco apreciados y visualmente para muchos “son considerados feitos”, es más, el nombre “Jote” es en buen chileno una expresión, a veces, despectiva para cierto tipo de aplicaciones sociales como el dudoso comportamiento masculino, en ocasiones poco galante, de molestar o asechar a una mujer o también es conocida la palabra “jote” por un mix de vino con una bebida cola, que tampoco algo muy elegante para quienes gustan de las buenas cepas de vino. En fin, en ambos casos sólo le hacen flacos favores a su prestigio a estas negras aves.
Sin embargo, estas dos especies, el jote de cabeza negra y cabeza roja, que cabe señalar pertenecen a grupos de subespecies distintos el primero viene de 3 especies y la que vemos en Chile es la foetens y el segundo proviene de 5 subespecies conocidas y la de nuestro territorio es sólo la jota*.
El punto es que con mala pinta o no, estas aves cumplen roles esenciales en los ecosistemas que habitan, está claro que son en definitivamente carroñeros, al igual que el emblemático Cóndor (Vultur gryphus).
Antes de continuar, a propósito del párrafo anterior, es muy importante comentar que estos tres oscuros sujetos emplumados comparten algo en común a parte de su dieta, esta triada pertenece a la misma familia de los Cathartiformes o cómo se les denomina “Buitres del nuevo mundo”.
Los tres, en palabras simples, tienen la función de aseadores de la naturaleza, de ahí su importante rol sanitario y ecológico ya mencionado, la carroña en sí es todo aquello que la muerte deja a su paso, de no ser por ellos el paisaje sería en términos de salud ambiental un verdadero desastre, particularmente los jotes por numero son por lejos, verdaderos supervivientes altamente eficientes y adaptables a las nuevas condiciones creadas por los humanos.
En el caso de los Jotes cabeza negra, estos son muy tolerantes a la presencia humana, tanto así que sus dormideros están estratégicamente ubicados en áreas de forrajeo, esto determinó claramente que estos Jotes fueron capaces de expandir su distribución geográfica original, ya que ahí están los recursos que genera constantemente el factor antrópico, como la peletería, la ganadería y la caza. El J. cabeza negra es tan numeroso que ha sido capaz de desplazar al Cóndor, que, aunque es de mayor tamaño, la gran población del jote cabeza negra lo vuelve especie dominante.
A la hora de hablar de conseguir alimento, los jotes tienen sus diferencias en el modus operandi para conseguir el plato del día, el jote cabeza colorada busca la comida a través del olfato que le permite detectar los cadáveres que las corrientes de viento traen a sus bulbos olfatorios que son cuatro veces más grandes que su par cabeza negra, mientras que el jote cabeza negra lo hace simplemente con su aguda vista por ello prefiere presas de mayor tamaño que puede ve desde la altura. No obstante, estas especialidades de cada uno, no hacen distingo ante una tentadora cena, porque ambas especien en ocasiones cohabitan y es evidente que quien llega primero a la carroña es quien come primero, aun así, eso no es garantía de que sea por orden de llegada, se producen sendas peleas muy agresivas y nuevamente la superioridad numérica es factor de ventaja, así el tamaño, ahí, no importa.
Y en lo que respecta a la dieta, el jote cabeza negra no es tan exigente, ganado bovino, ovino, liebres e incluso artrópodos están en su dieta y cuando estas escasean o habita en lugares donde estos animales no están la especie se alimenta de fauna salvaje y materia vegetal.
El jote cabeza colorada es un volador solitario, sólo se le ve concentrado con otros cuando hay un cadáver para roer o un dormidero.
Como mencionamos antes el jote cabeza colorada es mejor detector de carroña que su par, pero como es menos numeroso, prefiere ubicar piezas pequeñas para ingerirlas rápidamente antes que se las roben, y respecto a la dieta, según nos indican los investigadores es mucho más especifica y numerosa, en la carta hay desde passeriformes, félidos, zorros, zorrillos, peces y algunos mamíferos y aves marinas, también gusta merodear en busca de los generosos regalos que dejan las carreteras y el tendido eléctrico -que ambos ingenios humanos- son fatídicos para muchas especies voladoras y no voladoras.
Y en ese ámbito de lo humano, los jotes y otras especies carroñeras de la fauna silvestre, son susceptibles a la ingesta de venenos controladores de plagas o plomo por los animales cazados que quedan a merced del apetito de los jotes.
Ambas especies, a escala internacional, están en categoría de conservación de “preocupación menor”, es más, su estado poblacional en algunos hábitats va al alza o se mantiene estable, gracias a su excepcional capacidad de adaptación a los innumerables ambientes antropizados, por cierto que este estado de conservación tiene rasgos positivos por el rol sanitizador del medio ambiente que cumplen, a pesar que este rol lo cumplen en su gran mayoría en ambientes ganaderos y de interacción humana. Por ello en estos ambientes o en los ambientes naturales, como el de otras especies carroñeras y cazadoras es tanto de limpieza como de control poblacional, mientras mantengamos conciencia de que cada especie tiene un rol importante en los ecosistemas, no afectaremos a su existencia, porque un ecosistema sin ellos deja de ser sano.
*Existen registros recientes de ebird, 2018, de la presencia en Chile de otra subespecie, la ruficollis en la zona central.
Info:Atlas de la aves nidificantes de Chile, ROC
Revista BIOMA
2022