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En la región de Coquimbo entre La Serena y Los Vilos, a un costado de la carretera 5 norte se encuentra el territorio de Huentelauquén, un sitio protegido simplemente inmenso que no se puede magnificar a simple vista, caminar por sus suelos es una experiencia visual que no tiene comparación, y no podemos evitar que nuestra imaginación vuele, como si fuéramos cosmonautas explorando otros planetas, hasta que reconocemos pequeños detalles, sutiles presencias de la flora y la fauna tan maravillosa que hasta el minuto hace del planeta tierra, único.
La belleza del paisaje y sus intrincadas características geomorfológicas de este territorio del semiárido del norte chico, siempre solapan a la vista otras realidades, un universo de circunstancias biológicas que trabajan en lo oculto del mimetismo natural, las especies buscan sobrevivir en condiciones, que para nosotros son inhóspitas, pero que para ellos son su paraíso terrenal. Sin embargo, obtener el sustento diario para todas y cada una de las especies requiere, además de un enorme gasto de energía, exponerse al peligro constante de ataque de los depredadores donde un pequeño descuido significa la muerte inmediata.
Mientras caminamos se percibe por el rabillo del ojo que misteriosas figuritas que aparecen y desaparecen misteriosamente en las interminables planicies que se pierden en el horizonte, son Cururos (Spalacopus cyanus) que asoman sus negras cabezas como duendes escurridizos, que en un abrir y cerrar de ojos ya no están. El Cururo es una especie de roedor cuyo nombre proviene del mapudungun Küru que como vimos significa “negro”, hay que reconocer que sólo se requiere de paciencia, silencio y especialmente respeto para verlos desde una distancia prudente. Verlos como asoman la cabeza y verlos trabajar es un espectáculo que no podemos evitar emocionarnos, sobre todo cuando sabemos que Chile, por su variada geografía, es difícil encontrar y poder ver especies en sus hábitats naturales y además ser testigos de su comportamiento, en vivo y en directo.
Este pequeño roedor es una especie endémica de Chile de la familia Octodontidae, y entre sus características físicas más destacables son sus poderosas manos con garras, diseñadas especialmente para escarbar extensas redes de túneles con longitudes que superan los 600 metros y a una profundad de apenas 15 centímetros, que vistos desde el cielo es evidente cómo modifican el paisaje, por ello esta especie prefiere hábitats abiertos bien drenados que tienen características de dureza y compactación especiales para que permitan el crecimiento grandes áreas de cubierta vegetal con ricos bulbos de iridáceas y liliáceas, que son verdaderas despensas tanto de insectos como de raíces que son su dieta principal.

 

En las llanuras donde habitan hasta 26 individuos, ya que el Cururo se organiza en colonias gregarias fosoriales y muy territoriales, hasta tres colonias por hectárea. Son también en sí mismo una importante despensa para los depredadores.Cómo viven en madrigueras, compuestas por túneles y cámaras, siendo las cámaras utilizadas para dormir, criar y almacenar alimento. No es para nada fácil que estén expuestos, no obstante, los cururos de igual manera salen a la superficie, en una suerte de juego de vigías, especialmente durante la noche y que es ahí precisamente donde entra en acción otro actor en esta novela natural.

El Tucúquere (Bubo magellanicus), un depredador máximo, un maestro experto en muchas áreas de la supervivencia, como el vuelo extremadamente silencioso, una vista binocular simplemente perfecta y garras tan certeras como letales, entre otras virtudes que lo ubican en la cima de la cadena alimenticia en su hábitat, en su rol en la estructura y dinámica de los ecosistemas áridos costeros del norte centro chileno. La penetrante mirada del Raiquén (en mapudungun) nos habla de su situación como cazador de vuelo rasante, estas aves realizan vuelos relativamente cortos dada la morfología de sus alas, esto le permite hábiles maniobras, por ejemplo, de desaceleración tan precisas que los escurridizos Cururos no logran detectar sino hasta que el Tucúquere ya está encima. El consumo de presas del Tucúquere es de tipo estacional, es decir es variable, porque, por ejemplo, en primavera consume mas invertebrados y en la temporada de otoño e invierno los mamíferos pasan susto, porque estos se convierten de un 75 a un 90% de su dieta. Los estudios sobre su comportamiento de caza, son basados en muestreos de egagrópilas* en hábitats como el Parque Nacional Fray Jorge, no necesariamente en los llanos de Huentelauquén, por lo que esta nota es una buena oportunidad para iniciar estudios empíricos en terreno, sobre el comportamiento de esta especie en el ecosistema de secano costero del semiárido del norte chico.*Una egagrópila es una bola de restos orgánicos que regurgitan algunas especies de aves y que contienen las partes indigeribles de su alimento.

Revista BIOMA 

2024

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TUTÚQUERE Y CURURO, COSAS DE SUPERVIVENCIA

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